2ª parte: allí encontraréis también la primera
Una vez en la cama tenía en mi bolsillo trasero una libreta
negra del 66, algo me decía que la leyese y mi madre me decía que bajase a
cenar, tengo que bajar a cenar.
Buena cena, por cierto, a hincarle el diente. En la comida
mis padres sacaron una conversación un tanto extraña, por primera vez en todos
mis años se habían interesado por lo que yo había hecho en mi día, justamente
ese día, el día que había entrado a una casa ajena, “robado” una libreta que no
era mía, y no lo podía contar.
En resumen mis padres son unos desconfiados y siempre creen
que voy con “fichas”, como dicen ellos, o con “perras”, los típicos padres que
se pasan el día desconfiando y no te dejan salir si no sabes con quien y a
donde vas, y les tengo que hacer fotos allá donde voy para demostrarles que es
verdad, después de todo siguen siendo unos desconfiados.
“-¡¿Dónde has ido hoy?!
-A ningún sitio, he dado un paseo
- La próxima vez que me mientas te reviento la cabeza.”
Mi padre es así, no me cree ni a la de tres, pero creo que
me destaco por eso, por que voy sin rumbo por la vida improvisando sobre la
marcha, no lo considero un defecto, lo malo es que la mayoría de la gente sí.
Terminé de cenar y subí a mi habitación bajo el comentario
de mi madre de “-Siempre en tu cuarto, pareces un murciélago”
Ahora si que estaba solo, como un murciélago, pero yo tenía
algo que hacer esa noche, tenía una tarea pendiente, leer aquel cuaderno, lo
abrí y comencé a leer.
De título del primer relato se podía ver
“Mi vida, un hecho sin sentido”
Continuará
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